jeudi, février 16, 2006

Ron Mueck

RON MUECK, ARTISTA CAPITAL





Tenia razon el cineasta Wim Wenders cuando en mayo pasado comento que una de las experiencias artisticas mas fuertes que habia vivido en el ultimo tiempo era el descubrimiento de la obra de Ron Mueck.

La exposicion de Mueck que actualmente presenta la Fondation Cartier de Paris es realmente una de las pocas experiencis fisicas que un espectador puede vivir con la escultura. Personalmente, nunca habia sentido algo parecido. Solo comparable al descubrimiento que tuve de las obras de Miguel Angel o Bernini hace casi diez años.

Alejado del hiperrealismo de escultores como John de Andreas y Duan Hanson, Mueck a traves sus personajes gigantes o extremadamente pequeños nos pone en jaque, enfrentandonos a nuestra propia fragilidad al mismo tiempo que nos pone frente a nuestro intrinseco miedo a aquello que es mas grande y poderoso.

Este autraliano originario de Melbourne, nacio en 1958 en el seno de una familia de fabricantes de muñecos. Asi desde pequeño Ron Mueck pasa toda su infancia armando, desarmando e inventando juguetes. Normal que su primer trabajo sea creador de marionetas, inspirandose para eso de la serie « Plaza Sésamo » creada por Jim Henson en 1969. Luego de trabajar en su tierra, para programas infantiles sobre todo se instala en Londres a inicios de los ochenta para continuar su trabajo de marionetista. El propio Jim Henson lo contrata para el equipo de « Plaza Sesamo » y « El Show de los Muppets ». Esta colaboracion permitira que Mueck forme parte del equipo de efectos especiales de la pelicula « Laberinto » dirigida por Henson y producida por George Lucas.

Una vez terminado su paso por el cine , Ron funda su propia empresa y empieza a fabricar maniquies para la publicidad. Sin embargo, hace relativamente poco tiempo, en 1996, la carrera de Mueck da un giro rotundo y decide dedicarse por completo a una carrera netamente ligada a als bellas artes y a la escultura.

Una gran ayuda fue su suegra inglesa de origen portugués , la renombrada pintora Paula Rego. Ella le pidio un modelo de Pinocchio para terminar un cuadro que le falta para una exposicion centrada en los cuentos de hadas. En ese momento, el coleccionista Charles Saatchi, descubrio esta escultura y le pidio a Ron Mueck cuatro obras mas.

El año siguiente la Royal Academy de Londres, expuso varios jovenes prominentes apadrinados por Saatchi, entre ellos Ron Mueck. La exposicion titulada « Sensation » dio mucho que hablar, sobre todo por un cuadro de Marcus Harvey, titulado « Myra » (retrato de la asesina de niños Myra Hindley pintado con huellas dactilares de infantes). Ron Mueck se hizo destacar con su escultura « Dead Dad » (Papa muerto), replica exacta de su padre fallecido poco tiempo antes.

De un realismo atroz, la escultura mide menos de un metro. La gente se escandaliso por mostrar la muerte de esa manera : desnudo, su propio padre, encogido, como una marioneta.

Sin embargo, esa mirada simplista no llego muy lejos, afortunadamente. Y de seguro no detendra el avance de este artista capital e inevitable de esta primera decada del siglo veintiuno.


Paris, 16 de Febrero del 2006

jeudi, février 02, 2006

Miradas a camara


MIRADAS A CÁMARA

Aún escucho los gritos de mi hermano Tomás en el Terminal de Buses de Valparaíso cuando filmamos mi última película: « No mirís a la cámara tonto hueón », le decía con suavidad a cada uno de los pasantes. Quienes simplemente debian tomar una micro para ir a trabajar o visitar a sus familias, pero lamentablemente estaban obligados a cruzar la imagen de mi film.

Luego de ese día de rodaje pensé que a fin de cuentas, mirar a la cámara en una película no es tan grave como parece.

Para remediar este « problema », la gente de la « nueva ola » francesa inventó una técnica : sacar las cámaras y apuntarlas directamente a la cara de la gente. De esta forma, como por arte de magia, las fugaces miradas a cámara desaparecían rápidamente, convirtiéndose en parte integral de las imágenes. La gente de la calle pasaban a ser actores de una película que quizás nunca iban a ver.

Sin embargo, las miradas a cámara también dan un toque misterioso a ciertos planos, convirtiéndolos en piezas inolvidables.

Anoche vi en la Cinemateca un raro film de Roberto Rossellini titulado « Anima Nera », que es casi su testamento en lo que a películas de cine se refiere ya que luego se dedicó exclusivamente a la televisón.


En un plano de dicho film, Vittorio Gassman y Nadja Tiller discuten en una vereda de Roma, cuando de repente una viejita sale de la puerta de un edificio. La viejita mira a cámara, pero la escena sigue. Ni Gassman ni la Tiller se inmutan de su presencia, ni Rossellini tampoco dejando correr la cámara sin cortar. Finalmente la viejita, deja pasar la acción, mirándola desde el marco de la puerta como si fuera una discusión anodina, igual a cualquier disputa callejera de esas que escucha veinte veces al día desde su pieza.

¡Qué manera más hermosa de dejar entrar la vida real dentro de la ficción !

Federico Fellini llevó ésto hasta el límite, invitando a ciertos actores a mirar a cámara y decir alguna frase. Es su obra maestra “Amarcord”, el primer personaje que vemos mira el objetivo y apenas se acuerda de su texto. En otra escena, otro extra incluso llega a burlarse del protagonista- interpretado por Armando Brancia- invitándonos a reírnos con él.

Ingmar Bergman, fue mucho mas radical en su propuesta. En “Un verano con Monika”, su musa y futura pareja Harriet Andersson, mira con unos ojos desafiantes el objetivo de la cámara en el clímax del film, interpelando con ello a cada uno de los espectadores que hemos visto sus delicias eróticas durante los 90 minutos precedentes. Bergman, para resaltar la fuerza dramática de la imagen y acentuar esta mirada incomodante, apaga incluso las luces del estudio dejando el rostro de su actriz en un primerísimo primer plano e invitándonos a una cita íntima con ella. Un acto cinematográfico que cambió el rumbo del cine mundial.


Esto de las miradas al ojo del artista son bastante antiguas. Ya desde tiempos inmemoriales los pintores habian osados guiños retratando novias, musas o sirvientas en sus cuadros.

El Museo del Louvre luce uno genial y gigantesco : "Las bodas de canàa" de Paolo Veronese. Si se fijan bien, la segunda invitada en la mesa de izquierda a derecha mira a cámara, como si descubriera de sorpresa a Veronese pintando el cuadro. Y no es precisamente una extra que se cuela en la tela, sino mas bien un homenaje del pintor a su modelo.

A pocos metros de ahí en el Museo d’Orsay, Pierre- Auguste Renoir, padre del gran cineasta, exhibe en su cuadro "Le Moulin de la Galette" el retrato una gran fiesta en los cerros de Montmartre. En él percibimos un àrbol y en su parte inferior, el retrato de Gabrielle « mirando a cámara». Ella era la nodriza de sus hijos, con quien Renoir padre mantenía una estrecha relación de artista a modelo.

Así que tranquilos para la próxima película, que las miradas a cámara no asusten, sino mas bien tratemos de vivir con ellas con creativa elegancia.


Paris, 2 de febrero del 2006